domingo, 26 de enero de 2025

Blog XIII

 Ante este dilema, definitivamente optaría por no tomar la pastilla y adelgazar lentamente y con esfuerzo. No tomo esta decisión por el hecho de que yo haya defendido toda mi vida la belleza natural, ya que considero que cambiar de opinión y rectificar es de sabios. Esta decisión la tomó por motivos completamente diferentes.

Soy un fiel creyente de que los resultados son mucho más placenteros cuando se consiguen con esfuerzo. Si tomara la pastilla, estaría yendo a lo fácil y en cuanto me enfrente a un gran problema no tendría suficiente disciplina para hacerle frente. En cambio, sí decido con adelgazar con mi sudor y mi esfuerzo, conseguiría una gran disciplina que puede ser muy beneficiosa en el futuro, además de que me sentiría muchísimo más realizado al terminar el proceso que si decidiese tomar la pastilla.

Por ejemplo, cuando una persona es rica desde su nacimiento, no es consciente de la suerte que tiene porque se ha criado con ello y está acostumbrado. En cambio, la gente que nace es una posición económica normal, o incluso pobre, es mucho más feliz cuando consigue hacerse rica. En este caso creo que sucede lo mismo. Al terminar sentiría que cada hora haciendo deporte y cada trozo de comida que tuviese que evitar comer habrían merecido completamente la pena.

Ahora bien, si la situación es demasiado grave y veo que no tengo la disciplina necesaria para cambiar mi físico naturalmente, tomaría la pastilla por el bien de mi salud. En conclusión, considero que hacer ejercicio es una mejor opción por el aprendizaje que te da y por el sentimiento de autorrealización que te puede dar, pero es verdad que tomar la pastilla es lo más fácil.

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