Discomanía

 Una tarde de julio de este año. Estaba en Santa Bárbara, Estados Unidos.  Me acababan de decir que íbamos a dar un paseo en barco para ver el atardecer. Decidimos arreglarnos en caso de que quisiéramos hacernos alguna foto. Entonces, llegamos al barco todos los españoles y nos lo pasamos genial. Estuvimos escuchando música y viendo el atardecer, e incluso pudimos ver alguna mantarraya.

Cuando la actividad terminó, nos encontramos con que nos habían traído unas pizzas a la playa para cenar. Cuando llegó el momento de irnos a casa o a la residencia, los monitores nos dijeron que debíamos coger el autobús en la estación central. Como estaba a treinta minutos andando de donde estábamos, mis amigas y yo decidimos cogerlo desde otro sitio, ya que la aplicación nos marcaba que había una parada más cercana. Fuimos hasta la parada, que, a pesar de estar más cerca, seguía estando a unos diez minutos.

Mientras esperábamos al autobús, algunas de mis amigas se pusieron a cantar. Estuvieron un buen rato cantando hasta que nos dimos cuenta de que el autobús no pasaba y que nos habíamos equivocado de parada. Cuando nos quisimos dar cuenta, solo quedaba un autobús que pasaba en 15 minutos desde otra parada que estaba a 20 minutos de distancia. Tuvimos que empezar a correr por las calles, donde no había nadie y estaba todo a oscuras.

Mientras corríamos, una de ellas nos guiaba, yo intentaba ayudar a otra amiga que no podía correr bien porque iba en tacones, y las otras dos, mientras el resto estaba estresado por perder el autobús y tener que coger un Uber, se pasaron todo el camino cantando la misma canción: "Stay" de Rihanna. Finalmente, llegamos a la parada y pudimos coger el autobús, pero la canción se quedó como la canción del viaje.

Ahora esa canción es una de mis favoritas, no por cómo es, sino porque cada vez que la escucho recuerdo cuando estábamos todas juntas.